Hoy es uno de esos días en los que la humanidad se divide y todo es más importante que uno mismo. La colectividad por encima de la individualidad. Uno de los debates más antiguos del ser humano está en el candelabro, que dirían algunas, desde hace algunas semanas. Ya Cicerón, Platón, Marco Aurelio o Séneca profundizaban en el tema de la eutanasia, de la muerte digna. Platón defendía que en la República "se dejaría morir a cualquiera que no fuesen sanos de cuerpo", Séneca sentenciaba que "es preferible quitarse la vida, a una vida sin sentido y con sufrimiento" o Epícteto predicaba la muerte como una afirmación de la libre voluntad.
En los últimos tiempos el debate parece médico y juristas se han apoderado del debate, y se plantea en términos meramente técnicos. Es que la clase médica también se cree con derecho a decidir lo que es mejor o peor para mí. Aconséjeme, guíeme, pero no me imponga, que si me duele una muela voy al dentista si me da la gana, y también corro riesgo de muerte. Lo sé, pero no me da la gana de ir. Pues con más razón, si se está jugando con mi calidad de vida. ¿Realmente se está alargando la vida o la agonía de uno?
La clase política, ejerciendo su poder absoluto que se creen que otorga el estar en el gobierno, toman las decisiones por encima de lo humano y lo divino. ¿Quién se creen que son para juzgar a nadie? Ninguno de nosotros lo tiene. Cada uno puede ejercer su libertad (que termina donde empieza la de otro) y disponer de su vida y de sus actos como buenamente quiera. Si no decidimos por nadie como vive su vida, ni si decide ir al médico o no, ¿por qué en estos casos alguien se cree con derecho de tomar la decisión? Quien te crees que eres! Ni tú ni ningún presidente del gobierno tenéis ningún poder sobre la dignidad y dignidad de nadie. ¿Qué poder tienes sobre mí? ¿Han hecho daño a alguien algunas de las personas que han decidido ejercer su derecho a morir?
Todas las posiciones en contra de la eutanasia esconden o parten de un pavor atroz a la muerte. De su miedo hacen dogmas y lo imponen a todos sus semejantes. Cuando tienen el poder, a través de leyes, la ley del más fuerte. Pero no todos tenemos ese miedo. El reconocerle a un ser humano la posibilidad de definir que hacer con su vida es respetar la humanidad del otro (su humanidad), es el respeto de la libertad y de la vida propia. Es una vida digna, se puede argumentar desde este punto de vista, de la dignidad humana, la exigencia de instaurar la eutanasia (bajo ciertas condiciones) como una lucha por el reconocimiento del derecho a la muerte digna, entendiendo por muerte indigna aquella que prolonga inmisericordemente la vida. Y que cada haga de su capa un sayo.
Todas las posiciones en contra de la eutanasia esconden o parten de un pavor atroz a la muerte. De su miedo hacen dogmas y lo imponen a todos sus semejantes. Cuando tienen el poder, a través de leyes, la ley del más fuerte. Pero no todos tenemos ese miedo. El reconocerle a un ser humano la posibilidad de definir que hacer con su vida es respetar la humanidad del otro (su humanidad), es el respeto de la libertad y de la vida propia. Es una vida digna, se puede argumentar desde este punto de vista, de la dignidad humana, la exigencia de instaurar la eutanasia (bajo ciertas condiciones) como una lucha por el reconocimiento del derecho a la muerte digna, entendiendo por muerte indigna aquella que prolonga inmisericordemente la vida. Y que cada haga de su capa un sayo.
Si alguna vez mi vida da un giro vertiginoso, y me veo en una situación tan complicada, no sé lo que querría para mí. Creo que sólo se puede tomar una decisión así desde la piel de un Alma encarcelada. Lo que si sé, es que quiero poder tomar el camino que a mí me dé la gana. Sin dar explicaciones ni rendir cuentas a nadie. Quiero ejercer mi derecho de libertad absoluta. Si alguno de los lectores del Palacio estáis pasando por algo tan fuerte en vuestras vidas, os envío desde aquí toda mi energía, mi ánimo y todo mi apoyo. Penséis lo que penséis y hagáis lo que hagáis, Como digo, creo en vuestra libertad.
En memoria de Eluana Englaro. Descansa en paz.
Buf...este es un tema peliagudo que he tenido la suerte de tocar a breves pinceladas en mi carrera. Como bien dices nuestro mundo está tintado del miedo a la muerte y todo gira en torno a vivir más y más. Yo no tengo miedo a la muerte, temo a morir en estos momentos.
ResponderEliminarComo tú, no tengo ni idea qué pasaría por mi cabeza si me pasase algo así, ¿de qué sirve alargar un sufrimiento propio y ajeno que no tiene curación? pero no quisiera que me impusieran una vida que no es vida.
Totalmente de acuerdo, me parece un tema muy delicado y me flipa con la alegría que se lanzan colectivos como la iglesia a criticar, que sabran ellos que no tienen hijos. Hay que estar en la piel de los padres para tomar una decisión así, y si lo han hecho no será porque no querían a su hija sino por el terrible y agonizante dolor que debe producir verla tantos años así... por tanto, todo mi respeto!
ResponderEliminarMuy buen post. Besos. Alber
La iglesia como siempre haciendo buen marketing a este paso... madre mia, no la va a querer nadie la verdad, lamentable, necesita un lavado de imagen ya!
ResponderEliminarbesos guapo!