Yo Amo, Tu Amas, El Ama...

Hace poco más de un año que vivo en una constante burbuja, en lo que al amor se refiere. Una burbuja que se creó casi de forma inmediata, a primera vista. Una burbuja que hemos ido alimentando todos los días de nuestra feliz convivencia. Y la mantenemos en el aire, flotando por este mundo, recorriendo rincones escondidos en nuestros universos, haciendo el camino juntos y por voluntad propia. Una mirada, una caricia, cualquier gesto, esa sonrisa, ese juego infantil que siempre termina en queja, divertidísimo... Todo y más alimenta nuestro amor. Aparentemente no necesitamos más muestras pero ese afán del humano por manifestarse con palabras hace que exprimamos nuestro corazón al máximo para poder regalar a los oídos de nuestro amado, de mi amado, hermosos y sinceros susurros que gritan el amor que sentimos. Pero tengo la sensación que todavía no se han inventado aquéllas con las que poder demostrar todo lo que se ama. Y aquí seguimos, viviendo en nuestra burbuja.



Y no es nuestra intención molestar a nadie con tanto cursilerío y romanticismo. Anoche, en unas horas de abstracción conjunta del mundo real, viajé atrás en el tiempo. Recordé todo aquel rechazo que yo sentía ante tales muestras de amor. Esa época en la que mi soltería e independencia subsistían feliz y casi reivindicativamente en un mundo de tortolitos y más que empalagosos dúos. Una soledad aparentemente buscada en la que se escondía un deseo casi nostálgico de poder compartir mis vivencias con el hombre de mis sueños. Y, tras alzar en público mi discurso, barato, independentista y en defensa de mi integridad de soltero con frases como "éste sólo lo quiero para follar", " con lo bien que se está sin aguantar a nadie" o mi tan escuchado "si llego a casa y hay un tío allí, lo echo"; encendía mi ordenador y, paradójicamente, siempre terminaba leyendo historias de amor que me hacían volar, envidiar, suspirar, entristecerme... pasando después al enfado, a la casi desesperación, a sentir angustia en las entrañas por estar rodeado de tanta soledad. Cambiaba de página y me encontraba un blog como Una Habitación con Vistas, por ejemplo, donde se ensalza el amor. Me derretía, me perdía en mis sueños imaginando una vida en pareja. Vida que había experimentado ya. Tan sólo anhelaba el retorno de una sensación y un sentimiento maravilloso que, sencillamente, me hace sentir vivo.